29 Marzo 2020
En los últimos días, la vida cambió repentinamente aquí en Michigan y en gran parte del mundo. Lo que solíamos hacer como de rutina, ya no podemos hacerlo sin pensar en los efectos que podría tener en los demás y en nosotros mismos. Extrañamos ir de compras todos juntos como familia. No podemos reunirnos como iglesia. Incluso el área de juegos en el parque está cerrada. No nos esperábamos esta situación.
Hace diez años, esperábamos tener una bebé recién nacida con nosotros. Nosotros soñamos acerca de eso. Planeamos cosas al respecto. Oramos por eso. Estábamos tan entusiasmados con lo que venía a nuestra vida. Nunca imaginamos que ella nacería mucho antes de lo esperado y mucho menos que fallecería el mismo día. De ninguna manera nos esperabamos esto. Casi parecía como un mal sueño y nos llevó un tiempo adaptarnos al cambio en nuestras vidas.
Nadie tenía una explicación acerca de lo que estábamos pasando. Pero aun cuando nadie tenía una explicación, una respuesta o una palabra de aliento, muchas personas nos dieron lo que necesitábamos – nos ayudaron a sentir la cercanía y el amor de Dios. En medio de esa dolorosa lucha, estuvieron presentes.
Las cosas que experimentamos hace 10 años y que estamos experimentando hoy no están fuera del propósito soberano de Dios. Las luchas en la vida nos recuerdan que no hay lugar en esta tierra en el que podemos estar seguros. La realidad es que todos vamos a morir. Algunos fallecen tan pronto como lo hizo Esther, dos horas después de haber nacido. Algunos, como la bisabuela de Esther, Esther (de quien recibió su primer nombre) mueren mientras duermen a los 59 años. Y otros como su otra bisabuela, Nina (de quien recibió su segundo nombre), mueren en un hospital a la edad de 90 años.
En el internet se puede calcular fácilmente cuántos días hemos vivido o cuántos días han pasado desde que alguien murió (3653 en el caso de Esther). Pero realmente no puede decirnos nada sobre el futuro del mercado de valores, la próxima crisis, la seguridad de tener trabajo o cuántos días nos quedan en esta tierra. Diferentes cosas de la vida pueden ser arrebatas de nosotros: nuestro dinero, nuestra salud, nuestros trabajos, nuestra familia, nuestra capacidad de ir a la iglesia. Pero lo más importante en la vida que no puede ser arrebatado de nosotros es nuestra salvación en Jesucristo.
" Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro." --Romanos 8:38-39 (RVR1960)
Cuando nosotros vemos nuestras circunstancias actuales, podríamos desesperarnos o perder la esperanza. Pero cuando elegimos poner nuestros ojos en Jesús y en sus promesas, nos damos cuenta de que cualquier difícil situación es solo una aflicción momentánea.
“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.--2 Corintios 4: 16-18 (RVR1960)
Si tú estás viviendo con temor, ansiedad, depresión o sin esperanza debido a las cosas difíciles de la vida y quieres experimentar la paz y el gozo que solo provienen de Dios, te invitamos a pedirle a Jesús que reine en tu corazón.
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” --Juan 14:6 (RVR1960)
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” --Juan14:27 (RVR1960)