29 de Marzo 2018
Han pasado 8 años desde que nuestra primera hija, Esther Nina, nació y falleció durante nuestro tiempo en Guatemala. Por primera vez desde que salimos de Guatemala, estamos aquí de nuevo durante Semana Santa. Después de orar sobre si viajar o no dos horas y media desde Canillá a Chichicastenango, donde Esther está enterrada, Dios nos proporcionó una camioneta confiable y un lugar para quedarnos por dos noches.
Mientras estuvimos allí, tuvimos la oportunidad de visitar a algunos de nuestros amigos misioneros y Guatemaltecos. Fue una bendición verlos de nuevo y tener la oportunidad de compartir historias sobre lo que Dios ha hecho y está haciendo en sus vidas y en la de las personas que los rodean. Sus familias han crecido. Muchos de sus hijos ahora están involucrados en el ministerio.
Hace ocho años, durante los días que rodearon el nacimiento y la partida de Esther para estar con el Señor, estos hermanos y hermanas en Cristo provenientes de diferentes partes del mundo nos rodearon con su amor y usaron sus diferentes dones y habilidades para ayudarnos durante este tiempo como un ejemplo perfecto del Cuerpo de Cristo.
Han pasado varios años y muchos de ellos se han trasladado a diferentes lugares y ministerios. Y muchos de ellos están pasando por sus propias pruebas pero continúan siendo firmes en la Fe. Ahora compartimos la carga de sus situaciones difíciles. Estamos agradecidos de que estas circunstancias no durarán para siempre. Jesús ya ha vencido cada una de ellas.
Jesus dijo:
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. (Juan 16:33).
Muchas cosas han cambiado desde que nos fuimos en el 2011. Algunos caminos son impresionantes. Algunos son mejores. Y algunos son peores. Los pueblos están cada vez más poblados y las calles parecen hacerse cada vez más pequeñas. Los niños pequeños que solíamos ver están creciendo. Los lindos cerditos grises que solíamos ver en nuestros viajes a las clínicas ahora son cerdos ancianos.
Sin embargo, muchas cosas siguen siendo las mismas. Los lugareños aún miran fijamente a los gringos (y a los “gringos” Mexicanos como Areli). Todavía hay muchos topes, incluso en carreteras que están tan mal que claramente no son necesarios. Todavía se tiene que dar el número de identificación fiscal (o el de otra persona) para obtener un recibo en muchos lugares.
Estamos agradecidos de poder regresar a la tumba de Esther junto con sus dos hermanas. Dios ha sido muy bueno con nosotros. Él nos ha dado mucho más de lo que merecemos. Estamos agradecidos de que incluso a través de una situación difícil, Dios mostró su amor, paz y fortaleza en nuestra debilidad. Porque cuando somos débiles, Él es fuerte.
Aunque ahora muchas personas se han ido del área o incluso el país, alabamos a Dios porque Él puso a todos y cada uno de ellos en el lugar correcto en el momento preciso en el que más los necesitábamos. Nunca olvidaremos esto y estaremos eternamente agradecidos de cómo Dios nos cuidó a través de ellos.
Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5: 16-18)
Aquí hay algunas fotos de nuestro tiempo visitando a nuestros amigos: