Areli no estaba en condicion para ir al cementerio. Una vez más, estábamos separados. El lugar estaba como a media hora en un pueblo llamado Chichicastenango cerca de donde nosotros vivíamos. Cuando llegamos al cementerio, preparamos la computadora para que pudieramos transmitir nuevamente a la gente que estaba viendo desde lejos y que incluia al menos a un nuevo miembro: Areli. Pudimos tener lista una computadora para que Areli pudiera ver el entierro desde el hospital.
Sally and Erv me ayudaron a llegar hasta la cama del Hospital. Después todos se fueron, la verdad es que no me importó estar sola en ese momento porque quería que todos fueran con Daniel ya que yo no podía. Cuando las mujeres y algunos familiares de ellos vieron la computadora solo estaban viendo hacia mi cama. No era lo que más deseaba en ese momento, ya que no quería que todos ellos me vieran llorando al estar viendo la computadora. Quería estar en privado pero eso no era opción. Pero fue bueno el poder ver lo que estaba ocurriendo y para ser parte de ese momento. El Señor me dio mucha fortaleza en ese momento y solo unas cuantas lagrimas limpie de mi rostro y al final solo seguí leyendo la Biblia y sí que me ayudó de mucho no solo para darme paz, pero también para no ver a la gente que me observaba.
El cuerpo de Esther fue llevado hacia la tumba. El Pastor Eliceo dio otro breve mensaje. Yo hable acerca de las muchas lágrimas que habían sido derramadas y de las muchas más que vendrían. Esto fue evidentemente verdadero ya que yo a penas y podía sacar las palabras a causa de las lágrimas. Areli me había pedido que le diera un beso más a Esther. Y lo hice. Bese su ataúd y después se lo di a aquellos que iban a bajarlo. Como es costumbre, yo palee la primera tierra hacia el ataúd. Y así había cumplido con mi deber de padre por ahora. El cuerpo de Esther fue sepultado, las flores fueron colocadas y entonces todo había terminado.